El viejo temor que llegó en el siglo XIX con la revolución industrial vuelve a llamar a nuestras puertas. Y es que Google, en una conferencia celebrada esta semana aseguraba que el futuro estará marcado por una mayor presencia de robots que llevarán a cabo muchas tareas que hoy en día son aún cosa de humanos.

A mucha gente le encanta lo que hace, pero también les gustaría tener más tiempo para estar con su familia o explorar sus intereses. Tenemos que encontrar una solución equilibrada y coordinada para reducir la semana laboral”, propuso durante una charla informal Vinod Khosla, uno de los padres de Silicon Valley.

Entonces, ¿qué tipo de trabajo pueden hacer los robots por los que apuesta Google? De momento no van más allá de transportar objetos de un lado a otro, subir escaleras, abrir puertas o rastrear zonas tomando imágenes. Todavía muy lejos de los que se usan en Japón para hacer compañía a personas mayores o que suplan a recepcionistas en las empresas. 

No solo imaginan un mundo de trabajadores a con jornada parcial, sino también sin coches. El transporte por carretera es una de las obsesiones de Google. Comenzó con Google Maps, se acentuó con la compra de Waze (aplicación dedicada a monitorizar en tiempo real cualquier incidente en las carreteras) y lo promueve con una inyección de 250 millones de dólares en Uber. La apuesta de Brin consiste en que no sea necesario tener coche propio.

Entre el 30 y el 50% del espacio de las ciudades se dedica a aparcamientos, es un gasto tremendo, y la idea es que el coche venga a buscarte cuando lo necesites”.

Resumiendo, con la frase «más robots y menos coches» se recoge el sentido de esta conferencia anual. ¿Tenemos que darle mucha importancia a estas palabras? Bueno, el tiempo lo dirá. Sólo tenéis que recordar las Google Glass, el proyecto de gafas de realidad aumentada, que ya va camino del olvido. Hace dos años, en su conferencia anual eran la estrella. En la edición de 2014 ni se mencionaron. Dentro de dos años habrá que revisar qué ha sido de estos coches y robots…

Fuente de la noticia: El País