¿Casan la tecnología y la comida? Pues parece que sí. Hoy en día, y según nos informa El Confidencial, algo tan básico como es alimentarse se ha convertido en un campo más de acción para dispositivos y sistemas que en principio en nada relacionamos con comer.
Por ejemplo: Reimagine Food ha puesto en marcha una iniciativa que pretende reunir a distintas startups que mezclen tecnología y gastronomía. Su misión, dicen, es convertir Barcelona en el Silicon Valley de la comida, y para ello cuentan con tecnólogos, emprendedores y cocineros entre otros, que trabajan para que los avances que llaman a nuestra puerta y que aún nos suenan a película de ciencia ficción participen en el proceso que lleva los alimentos desde su origen hasta nuestro plato.
Para darse a conocer y demostrar que la comida y la tecnología son un buen tándem se han propuesto organizar la primera cena 3D, un evento celebrado de forma simultánea en Barcelona y en Nueva York en el que todo, desde la habitación hasta los platos habrán salido de una impresora 3D.
En la foto podéis ver una hamburguesa que precisamente se hizo con una impresora 3D. Increible, ¿verdad?
Nos cuentan en El Confidencial que la irrupción de la tecnología en el ciclo de nuestra alimentación comienza en el origen de los alimentos. Uno de los primeros y principales usos que se dio a los dispositivos voladores no tripulados fue el de supervisión de cultivos. Equipados con cámaras, pueden sobrevolar las plantaciones grabando y haciendo mediciones que permiten a los ingenieros agrónomos interpretar el estado de las plantas y tomar las mejores decisiones, aprovechando al máximo los recursos para tener un resultado óptimo.
Otro curioso invento: REEM, un camarero que conoce tus gustos y necesidades. Aparece deslizándose por el pasillo y te mira a la cara, reconociéndote a los pocos segundos y saludándote por tu nombre. Se llama REEM y aunque cueste creerlo, en el futuro podría darnos la bienvenida en cualquier restaurante como un camarero más. Pero no es un camarero más, es un robot humanoide desarrollado por PAL Robotics, una compañía con sede en Barcelona que lleva diez años desarrollando estos robots, pensados principalmente para que universidades y laboratorios los empleen en sus investigaciones.