Antonio Heredia es un investigador de la Universidad de Málaga que, junto con Jesús Benítez y con José Alejandro Heredia-Guerrero han llevado a cabo una investigación cuyo germen está en 1989, fecha en la que el primero se topó con la cutícula vegetal, el ingrediente principal del trabajo de este trío de investigadores.
La cutícula vegetal, una revolución
Una revolución que llega de desechar la piel de muchos frutos. Esta cutícula vegetal preserva la planta de su entorno. La investigación ha llegado a la huerta, que la ha trasladado directamente al laboratorio. En 2003 publicaron el primer artículo en el que exponían una metodología para obtener cutina sintética.
La creación de esta patente les permitió reproducir casi con exactitud un biopoliéster poco permeable al agua, muy resistente y elástico en determinadas temperaturas y biodegradable. La cubierta de los tomates tiene una segunda vida. «Nosotros lo podemos aprovechar, es economía circular», asegura Heredia.
El proyecto de estos tres investigadores convierte la piel de muchas frutas en pequeños envases para productos de alto valor añadido.